El infinito en un junco
Palabras y libros para la vida
Por: Mg. Javier Ramos Sánchez
Mail: javierenriqueramos99@gmail.com
El infinito en un junco es una maravillosa obra literaria de Irene Vallejo, ella natural de Zaragoza-España, impreso este libro por la editorial Penguin Randon House, consta de 444 páginas; tuve el placer de leer y deleitarme con esta obra, la escuché disertando sobre su obra en el Hay Festival de la ciudad de Cartagena-Colombia.
Cuando inicié su lectura me acordé de aquellas viejas películas de vaqueros donde revólver en mano en el Western o películas del lejano Oeste iban los forajidos detrás de los vagones buscando el botín, luego aparecían los denominados: SE BUSCA, en los Condados de la región, surgieron de estos acontecimientos inspiraciones de películas como: La Diligencia (Jhon Ford, 1939); Los Siete Magníficos (Jhon Sturges, 1960) y El Tren de las 3:10 (Delmer Daves, 1957), entre otros.
En El Infinito en un junco hombres a caballo recorren caminos en Grecia, aldeanos y campesinos los miraban con desconfianza, esos jinetes cabalgaban y cabalgaban, y, ¿pero ¿qué buscaban?, ¡libros!, pues si, eran buscadores de libros.
En la época de la revolución de los libros en Alejandría se decía sobre que era la Ciudad de los libros y Es la capital de la palabra; Alejandría ahí donde se desarrolló el amor de Cleopatra y Marco Antonio, este para deslumbrar a Cleopatra puso a sus pies un maravilloso regalo, ¿cuál fue este regalo que cautivaría a esta bella doncella? Cualquier cantidad de libros para la biblioteca de Alejandría; ¿cuántas veces nos hemos dormido con un libro entre las manos ?, cuenta la historia que Alejandro Magno, el fundador de setenta ciudades, que él se dormía con un ejemplar de la Iliada, seguramente nosotros lo hemos hecho con uno de Gabriel García Márquez o con uno del poeta bello y loco del pueblo.
Que sea la biblioteca el lugar del saber, una casa de estudio y para la investigación y donde confluyan actores educativos que inciten, incidan y motiven hacia el surgimiento y creación de ideas que generen desarrollo de cultura, que sea el punto brillante y atractivo hacia la búsqueda del saber; la biblioteca debe ser agradable, motivadora e iluminada en especial por los destellos y el reflejo de la luz de los libros, naturalmente abierta a la mente y al corazón.
En la película El cielo sobre Berlín unos ángeles entran a la biblioteca, como los humanos no pueden verlos, los àngeles se acercan con libertad, se sientan a su lado e Intrigados se asoman a los libros que están leyendo, observan a su alrededor, con curiosidad y asombro, rostros ensimismados y miradas sumergidas en las palabras. Quieren entender que sienten los vivos en esos momentos y por qué los libros atrapan su atención con tal intensidad.
Ellos seguramente son visitantes y grandes animadores de la biblioteca de nuestro municipio.
Cuando estás en la biblioteca, tienes la oportunidad de leer el libro que te sonríe, si no te sedujo lo dejas, es el derecho del lector, tenemos la libertad de verlo, rosarlo, acariciarlo y disfrutarlo; recordemos que los lectores antiguos no tenían esa libertad.
Las bibliotecas en su conjunto deben preservar y mantener espacios que contribuyan a fomentar la lectura, que los recintos para la conservación de los textos sean sitios fascinantes, que cautiven y enamoren cada vez más mas lectores. Que sentarse a leer sea un lujo y un placer sin igual. Que las tertulias constituyan ser espacios de formación cultural e intelectual, que así mismo, el silencio sea una virtud de todos los visitantes, y que estos modelos sean consecuentes con la atención y los propósitos de construir cada vez más una mejor sociedad.
Seguramente en esta biblioteca estará la obra literaria llamada: El Principito de Antoine de Saint-Exupéry, en cada una de sus líneas se promueve decididamente la vivencia en las virtudes y los valores. Esta obra narrativa de obligada lectura, nos permite además hacer visible todo aquello que sentimos, todo aquello que percibimos, y todo aquello que en esencia somos, y verdaderamente somos como ejemplo a los demás.